Apología
Editar es difundir. Y difundir, dijo el Che Guevara, “es sembrar conocimiento, memoria y conciencia”. Por eso editar ha sido siempre oficio peligroso, censurado y reprimido, sobre todo en territorios en conflicto permanente, como el nuestro. Buena parte de la edición vasca en los últimos dos siglos se ha hecho desde el exilio o bajo leyes “mordaza”. Y así seguirá, mientras el Reino de España...
Una serie en blanco y negro
Txalaparta surgió para contar lo que nadie contaba -por intereses, por miedo...- y en esa tarea seguimos. En este camino nos hemos encontrado con la censura en nuestras propias páginas, pero también con la forma de eludirla. Así como encontraron los condenados en el proceso de Burgos la claridad en la noche franquista. Las páginas negras de nuestro país, el libro de las pesadillas, tiene varios tomos ya. Escritos a sangre y fuego quedan la muerte, la tortura, el castigo y su impunidad. Escritos en blanco y negro quedan los testimonios de quienes las han sufrido. De la mano de Sabino Cuadra los Sanfermines del 78 en el libro No os importe matar y de la de Aritz Intxusta y Aitor Agirrezabal el caso Alsasua en el libro Altsasu, las portadas en blanco y negro, que dibujan ya una serie en nuestro catálogo, nos recuerdan que frente a la represión siempre ha habido, como bien relatan Castells y Letamendia en este libro, la dignidad de un pueblo.
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